En el caso español, el informe revela que el consumo de energía durante 2016 se ha mantenido estable tras el repunte registrado en 2015, que llegó después de las sucesivas caídas de los cinco años anteriores. En esta ocasión, el crecimiento ha sido apenas perceptible, con un alza del 0,2%, frente al 1,7% de 2015. Esto, unido a un incremento notable del PIB español de un 3,2% en 2016, supone una mejora de la intensidad energética y pone de manifiesto que España continúa por la senda de mejora de su eficiencia energética.
Si analizamos el consumo por fuentes de energía, destaca el descenso del 23,9% sufrido por el carbón, en línea con la tendencia a nivel europeo y global, y en oposición al crecimiento del 23,9% registrado en el pasado ejercicio de 2015.
Es de destacar que, si en la anterior edición del Statistical Review, el carbón había reemplazado gran parte de la aportación de la energía hidráulica (que registró un descenso del 28,8% en 2015) en 2016 la situación se invierte y, mientras que el consumo de carbón baja, el de la energía hidráulica sube un 27,3%. En 2016 la estructura de generación eléctrica estuvo condicionada por la climatología, siendo un mejor año en cuanto a producción hidroeléctrica.
Estos cambios en el consumo, con respecto al periodo anterior, han producido una nueva configuración del mix energético español. Así, cabe destacar que el petróleo, el gas natural, la energía nuclear y la hidráulica han ganado cuota en su aportación a la demanda, acabando con una participación en el mix de 46,3%, 18,6%, 9,8% y 6% respectivamente. Mientras tanto, el carbón ha reducido su porcentaje hasta el 7,7% y las renovables se mantienen estables en el 11,5%.
Como consecuencia de todo esto, las emisiones de CO2 disminuyeron un 2,7%, en contraste con el crecimiento de más del 6% experimentado en 2015.
A nivel mundial, el bp Statistical Review revela un 2016 en el que los mercados de petróleo y de gas se ajustan absorbiendo el exceso de oferta de los últimos años y pone también de manifiesto cómo se van consolidando ciertas tendencias que hacen evidente la transición a un modelo energético con menores emisiones de carbono. Tendencias como son el crecimiento más lento de la demanda mundial de energía y el traslado del centro de gravedad de esta demanda a las economías en desarrollo con altos índices de crecimiento, liderados por China e India.
Se evidencian también mejoras de la eficiencia energética y un cambio en el mix hacia combustibles con menor contenido en carbono, donde las energías renovables siguen creciendo fuertemente, y en el que cae el uso del carbón, repercutiendo positivamente en las emisiones.
En 2016, la demanda mundial de energía volvió a tener un crecimiento débil por tercer año consecutivo, aumentando sólo un 1%, casi la mitad de la tasa de crecimiento promedio de la pasada década.
Este bajo nivel de crecimiento de la demanda reflejó la debilidad general de la economía con un PIB que creció únicamente un 3% - uno de los niveles más bajos desde el 2002 -, el menor peso del sector industrial en el crecimiento económico así como una tendencia a largo plazo que apunta a una mayor eficiencia y a una mejora de la intensidad energética.
Si analizamos el crecimiento de esta demanda por países, la mayor parte del mismo provino, una vez más, de economías en desarrollo de rápido crecimiento con China (1,3%) e India (5,4%) representando la mitad de dicho aumento, mientras que la demanda de los países desarrollados de la OCDE apenas varió (0,2%).
Este frenazo del consumo en China reflejó en parte la desaceleración general de su crecimiento económico y también, en gran medida, la debilidad especialmente marcada de los sectores con mayor intensidad energética en este país, como son el del hierro, el acero y el cemento.
El año 2016 fue un año de ajustes para el mercado del petróleo, que fue absorbiendo el exceso de oferta que había dominado en los últimos años. Los precios bajos del crudo -el dated Brent alcanzó en 2016 un precio medio de 44USD, el más bajo desde 2004- impulsaron el crecimiento de la demanda en un 1,6%. Los precios también influyeron en la producción, que creció a nivel mundial solo un 0,5% y donde la producción de petróleo no convencional de Estados Unidos cayó de manera muy importante.
Dentro de estas cifras totales, la producción de la OPEP se incrementó en 1,2 millones de barriles por día, mientas que la producción de petróleo en los países no miembros cayó en 800.000 barriles por día, registrando su mayor caída anual en los últimos 25 años.
La combinación de una fuerte demanda con una débil oferta, permitió que el mercado del petróleo absorbiera de manera gradual el exceso de oferta, que había persistido desde 2014, y se desplazara durante la segunda mitad del año 2016 hacia un punto de equilibrio. Aun así, las reservas continuaron en niveles altos y este exceso de existencias acumuladas en años anteriores hizo que los precios se mantuvieran bajos.
A finales del año pasado, la OPEP y 10 países productores no miembros de esa organización anunciaron un acuerdo para recortar la producción a fin de acelerar el ritmo de ajuste de las existencias de petróleo y que pudiesen volver a unos niveles más normales.
Estos niveles todavía altos de inventario, unidos a la alta elasticidad de la oferta –por la gran flexibilidad de la tecnología del fracking para adaptarse rápidamente a cambios en el precio– hacen poco probable un aumento considerable en el precio del petróleo en el corto y medio plazo.
El entorno de precios bajos de 2016 también se dejó sentir en el mercado del gas natural, donde la producción mundial se mantuvo esencialmente sin variaciones, un 0,3%, su crecimiento más débil de los últimos 34 años, exceptuando el momento posterior a la crisis financiera. En concreto, mientras la producción de gas estadounidense cayó por primera vez desde que se inició la revolución del gas no convencional, la producción australiana, sin embargo, aumentó de manera significativa con la puesta en marcha de nuevas instalaciones de GNL.
Por su parte, el consumo mundial de gas natural aumentó un 1,5% en 2016, un porcentaje pequeño en comparación con su tasa media de la última década -con grandes aumentos de su consumo en Europa (6%), Oriente Medio (3.5%) y China (7,7%)-, para acabar representando un 24,1% del mix de energía primaria en 2016.
Lo más destacable en el 2016 fue el incremento de las exportaciones e importaciones mundiales de GNL, que crecieron un 6,2% debido a la producción de Australia. Este alza en el comercio de GNL refleja el cambio fundamental y continuo que se está produciendo en los mercados mundiales de gas hacia una mayor integración y una mayor competitividad y flexibilidad.
La influencia de la transición energética se dejó sentir en las distintas suertes que sufrieron el carbón y las energías renovables.
En cuanto al carbón, el más contaminante de todos los combustibles fósiles, podemos decir que su consumo cayó con fuerza por segundo año consecutivo, experimentando un descenso del 1,7% debido principalmente a la disminución de la demanda tanto en EE.UU. como en China.
Esta disminución supuso que la participación del carbón en la demanda de energía primaria fuera del 28,1%, su menor cuota desde 2004. En cuanto a la producción, cayó un 6,2%, la mayor disminución anual registrada.
Este decrecimiento, tanto en la oferta como en la demanda de carbón, apunta a un cambio estructural en el mercado. Esto se debe a que el gas natural y las energías renovables son cada vez más competitivas frente al carbón para la producción de electricidad y también, a la presión social y gubernamental existente para sustituirlo por fuentes energéticas más limpias.
Por otro lado, las energías renovables, encabezadas por la eólica y la energía solar, fueron de nuevo las energías de más rápido crecimiento en 2016, aumentando un 12% gracias a los continuos avances tecnológicos. A pesar de que el suministro de energías renovables representa poco más del 3% de la energía primaria total, el crecimiento de éstas supuso casi un tercio del crecimiento total de la demanda de energía en 2016.
También es destacable que China se convirtiese en el mayor productor mundial de energías renovables en 2016, desplazando a EEUU.
Por último, la producción mundial de energía nuclear creció un 1,3% en 2016. Un aumento anual del 24,5% de la producción nuclear china (el más grande visto desde 2004) representó todo el crecimiento neto de la energía nuclear. Por su parte la generación de energía hidráulica aumentó un 2,8% en 2016.
Con ello el mix energético a nivel mundial quedo configurado en el 2016 como sigue, con el petróleo y el gas como combustibles dominantes en cuanto a su participación en el consumo de energía primaria con un 33,3%% y un 24,1% respectivamente, seguidos del carbón (28,1%), la generación de energía hidráulica (6,9%), nuclear (4,5%), y las renovables (3,2%).
En cuanto a la generación de electricidad, ésta aumentó un 2,2% con todo el crecimiento proveniente de los países en desarrollo mientras que en los países de la OCDE se mantuvo sin variaciones. Esta debilidad de la demanda eléctrica dentro de la OCDE reflejó, una vez más, las menores tasas de crecimiento económico de estos países pero fundamentalmente un desacoplamiento cada vez mayor entre el crecimiento del PIB y la electricidad cuya explicación arranca en las mejoras de eficiencia energética implementadas.
Por último, cabe destacar que el sector eléctrico se colocó a la cabeza de la transición energética, tanto en términos de mejora de la eficiencia energética como en el cambio hacia un mix de combustibles con menores emisiones de carbono. Las emisiones mundiales estables por tercer año consecutivo gracias a una débil demanda y a un conjunto de energías más limpias.
El débil crecimiento de la demanda (1%) unido a este cambio hacia los combustibles más limpios hizo que las emisiones de carbono por consumo de energía apenas variaran en 2016 por tercer año consecutivo: solo un 0,1%. Este promedio, el más bajo para las emisiones de carbono desde 1981-83, implica una mejora sustancial con respecto a la tendencia de años anteriores.
Estos cambios reflejan sin duda un punto de inflexión y ponen de manifiesto que los mercados mundiales de la energía están en transición. bp está preparada para desempeñar también su papel haciendo frente al doble desafío de suministrar la energía que el mundo necesita para crecer y prosperar, al tiempo que reduce sus emisiones de carbono.
En este sentido está ampliando sus proyectos en energías renovables, invirtiendo en desarrollar nuevos modelos de negocio bajos en emisiones de carbono y estableciendo alianzas que permitan acelerar el desarrollo tecnológico.
Para satisfacer esta creciente demanda de energía más limpia, bp se está enfocando en la producción de gas y en la reducción de las emisiones de metano, así como en el desarrollo de lubricantes, combustibles y biocombustibles más eficientes. La transición energética está avanzando rápidamente y bp, como compañía, debe ser parte de la solución.
Sobre el informe bp Statistical Review of World Energy 2017, consultar la web: www.bp.com/statisticalreview.
El sitio web recoge todas las tablas y gráficos incluidos en la última edición impresa más una serie de elementos extras, que incluyen:
Rosa Mª Gutiérrez
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